Todos sabemos qué es lo que hace tan especial a Lizarran, lo que nos distingue de todos los demás: nuestra apuesta por el pincho como elemento esencial de nuestra oferta. Pero, ¿sabéis de dónde viene esta costumbre tan nuestra? Aquí te lo contamos.
Como en tantas cosas que se han convertido en habituales en nuestro día a día, tendemos a pensar que esa tradición de degustar los sabrosos pinchos que nos miran tentadores cada vez que entramos en un Lizarran ha estado siempre ahí. Pero, como todo, tuvo un principio, y en este caso tenemos que trasladarnos al País Vasco donde, como en tantos otros sitios, existía la costumbre de ir de bar en bar tomando pequeños vasos de vino (txiquitos).
Como no podía ser de otro modo, esa acumulación de vinos, que en muchas ocasiones no es que fueran precisamente de buena calidad, llevó a que algún avispado dueño de un bar pensara que era mejor acompañarlos con el consumo de algo sólido, así que empezó a acompañar los vasos con pequeñas raciones de cosas que tuviera a mano: aceitunas, anchoas, bonito en aceite, encurtidos…
Y dicen que fue el dueño del bar Casa Vallés, de San Sebastián, el primero que, en los años 40, pensó que era más práctico enganchar lo que se ofrecía con un palillo, lo que facilitaría su consumo sin mancharse las manos. Este primer pincho es lo que ahora conocemos como «banderilla», que tiene como base pepinillo, aceituna y guindilla, aunque también puede incluir una anchoa o una cebolleta. Y como curiosidad, su creador dio a este pincho el nombre de «Gilda» en homenaje a la película de Rita Hayworth que por entonces triunfaba en España (¿por lo verde, por lo picante, por las curvas sinuosas de la guindilla…?).
Fue el pistoletazo de salida de una explosión de creatividad que en nuestros días ha multiplicado las posibilidades del pincho hasta extremos impensables hace 65 años, como demuestran las creaciones de nuestro chef Josean Merino, todo un derroche de deliciosa imaginación.
Y llegó Lizarran y llevó este buen hacer por toda España y a todos los rincones del mundo, acompañados con las mejores cañas, vinos, refrescos o lo que quieras. Porque lo auténtico siempre suele salir de ideas sencillas para hacer la vida más agradable, justo lo que nos mueve a todos los que trabajamos cada día en nuestros locales para arrancarte una sonrisa de satisfacción.






Acaban de abrir un Lizarran en Cuenca, está genial!!
Creo que hacía falta uno aquí en esta ciudad pequeña pero llena de encanto y tradiciones.
Todo delicioso, os sugiero que lo visiteis
Muchas gracias por tus comentarios. Nos alegra un montón.